23 de septiembre de 2011

20 cuentos solidarios - Un raro enfrentamiento

Los tanques alemanes avanzan por la campiña francesa. La resistencia espera agazapada el momento para dar el zarpazo. Son cinco tanques y aproximadamente cincuenta soldados del Führer que, de un momento a otro, se enfrentarán a veinte disidentes franceses.
Suenan los primeros disparos y se desata la batalla. Los galos, en los primeros contactos con el enemigo, van ganando por el efecto sorpresa. Pero los blindados no perdonan y comienzan a castigar duramente a los indios. Sí, a los indios; un grupo de Siux se une a la resistencia para doblegar el ataque germano.
Los alemanes entran en total desconcierto. No es para menos, setenta pieles rojas a caballo irrumpen en plena Segunda Guerra Mundial. Pero la confusión crece cuando aparecen en escena tres cowboys, dos vikingos y un caballero errante que también presta su desinteresada colaboración a la causa aliada.
Por supuesto que, con semejante ejército, en pocos minutos el combate está resuelto. Los alemanes se rinden y son transportados por la mismísima Cleopatra hasta la pirámide de Kéops, en condición de prisioneros de guerra. Pero el viaje se ve interrumpido por una causa de fuerza mayor.
-¡Juancito, a tomar la leche!
Y Juancito, obediente como es, guardó su extraña colección de soldaditos de plástico y fue por su chocolatada.

22 de septiembre de 2011

20 cuentos solidarios - Historias de Buenos Aires

De un chico... de penas... de un taxi... No recuerdo acerca de qué iba a escribir. Bueno, empezaré, por ahí me acuerdo en el camino...
Un hombre de traje gris tomó la manija de la puerta trasera de un taxi y, antes de accionarla, una mano teñida de bordó por el frío se le anticipó.
Era un pequeño desgarbado, con dos hileras de moco cristalizado que se desparramaba desprolijamente por encima de su boca. Sus labios se estiraban simulando una sonrisa y dejaban al descubierto un par de dientes desparejos. Los ojos, sus ojos, se veían cansados, ya cansados, como reflejando un futuro incierto y descolorido.
Tendría cinco o seis años y su espalda inclinada hacia adelante parecía cargar con los fracasos de sus padres. Un pulóver semidestruído le servía como único abrigo, esa mañana de un grado bajo cero. Su pelo estaba engominado por la mugre que aún no llegaba a su alma y sus pies se congelaban contra el asfalto del siglo XXI.
El hombre de traje gris puso cincuenta centavos en la mano del pequeño, subió al taxi y se fue.
De un chico... de penas... de un taxi... ya recuerdo bien. Iba a hablar de la injusticia.

20 de septiembre de 2011

20 cuentos solidarios - Un cuento más

Un cuento diario, eso fue lo que me dijo el duende. Tengo que escribir un cuento por día, durante trescientos sesenta y cinco días para que se me cumplan tres deseos.
Ya sé. A mí también me resultó extraño, mientras caminaba esa mañana por las calles de mi barrio. Estaba llegando a una esquina, cuando escuché un chistido.
-Chsssss... Chsssssss...
Me di vuelta y no había nadie. Creí haberlo imaginado, pero justo en el momento en que iba a continuar mi camino, volví a escucharlo.
-Chssss... acá, abajo.
Miré al suelo. Era un duende, tal como los dibujan en las películas de Disney. Ropa verde, escasa estatura, zapatos tipo payaso, gorro puntiagudo y nariz filosa.
-Tengo algo que proponerte, me dijo.
-¿Qué?, le contesté de una manera tan natural que hasta el día de hoy me causa asombro.
-¿Querés que se te cumplan tres deseos?
-Sí, quién no lo querría.
-Bueno, consideralos cumplidos.
-¿Cómo? ¿Ya puedo empezar a pedirlos?
-Bueno, todavía no. Antes tenés que cumplir con una pequeña condición.
-¿Cuál?
-Tenés que escribir un cuento por día durante un año. Ninguno tiene que ser parecido a otro, ni siquiera en la cantidad de personajes.
-O sea, que el último tiene que tener trescientos sesenta y cinco personajes...
-El primero, el último o cualquiera. No hace falta seguir un orden.
-Es muy difícil.
-Bueno, tomalo o dejalo.
-Lo tomo.
-Entonces te espero dentro de un año en el mismo lugar.
El duende desapareció y desde entonces no hago más que escribir. Al principio era fácil, pero ahora los temas y los personajes se me están terminando. Sin embargo, vale la pena intentarlo.
Este es el cuento de hoy.