26 de junio de 2011

A veces siento que las cosas se solucionan pensando, y a veces, pienso que las cosas se solucionan sintiendo.
Y así vivo, o al menos, así lo intento. La cosa está complicada, che. No es todo tan fácil como parece ni tan difícil como imaginamos.
Está bueno sentarse a sacar conclusiones después de un tiempo. Además, aunque uno no se ponga específicamente a concluir los pensamientos, es un acto que se va dando solo y cuando menos te lo esperás, zas! un montón de conclusiones afloran en tu enquilombada cabecita.
- No se puede conformar a todo el mundo. Y en todo el mundo, me incluyo, no me puedo conformar.
- No hay que pensar en el otro más que en uno mismo. Y viceversa.
- Uno debe entender que los problemas ajenos son eso: A-JE-NOS!
El tema está, cuando uno quiere poner en práctica dichas conclusiones, claro. Ahí nos damos cuenta de lo complicado que resulta hacer exactamente lo que nuestra cabeza nos aconseja que hagamos, pero entendemos también, lo sencillo que se vuelve pegarle un tiro a nuestras ideas y vivir con el alma.

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